Padres y Apoderados

Una Obra Intransferible
Padres, lleváis responsabilidades que nadie puede llevar por vosotros. Mientras viváis seréis responsables ante Dios por manteneros en su camino. . . . Los padres que hacen de la Palabra de Dios su guía, y que comprenden cuánto dependen de ellos sus hijos para la formación de su carácter, les darán un ejemplo que les resultará seguro seguir. (Nota: Carta 356, 1907.*)
Los padres y las madres son responsables de la salud, la constitución y el desarrollo del carácter de sus hijos. A nadie más debe confiarse la tarea de atender a esta obra. Al llegar a ser padres, os incumbe cooperar con el Señor en cuanto a educar a vuestros hijos en los principios sanos. (Nota: Manuscrito 126, 1897.*)
¡Cuán triste es que muchos padres hayan desechado la responsabilidad que Dios les dio con respecto a sus hijos, y quieran que personas extrañas la lleven en su lugar! Convienen en que otros trabajen en favor de sus hijos y los alivien de toda carga al respecto. (Nota: Review and Herald, 25 de octubre, 1892.*)

La gran obra de padres y maestros es la edificación del carácter, el procurar restaurar la imagen de Cristo en los que han sido puestos bajo su cuidado. Un conocimiento de las ciencias se hunde en la insignificancia al lado de este gran fin; pero se puede hacer que toda verdadera educación ayude al desarrollo de un carácter justo. La formación del carácter es la obra de toda la vida, y es para la eternidad. Si todos pudiesen comprender esto, como también el hecho de que estamos individualmente decidiendo nuestro propio destino y el destino de nuestros hijos para la vida eterna o la ruina eterna, ¡qué cambio se producirla! ¡Cuán diferente sería nuestra manera de ocupar el tiempo de gracia, y con cuántos nobles caracteres se llenarla nuestro mundo!

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